martes, 13 de junio de 2017

Un coco, dos cocos, tres cocos...

En este mundo audiovisual en que vivimos, con tecnología punta por todos lados y simuladores que representan la realidad casi mejor que la realidad misma, a veces nos liamos la manta a la cabeza y nos da por tirar de artesanía para trabajar conceptos y procedimientos utilizando los materiales y aparatos más tradicionales.

El caso es que hace unos años nos agenciamos unas cáscaras de coco porque nos venían muy bien para simular el hundimiento de los barcos al ir añadiendo dentro trozos de mármol o piedrecitas. Y mirándolas el otro día nos dijimos: vamos a hacer discurrir a los chicos de 4º, a ver si se les despierta la neurona, que ahora en primavera está más ocupada en otros menesteres. El objetivo fundamental es analizar las dificultades que supone llevar a la práctica métodos que parecen muy sencillos y fáciles de ejecutar, por lo que hay que decidir la técnica más eficaz para alcanzar el objetivo propuesto. 

Como ejemplo, hemos propuesto que diseñen métodos para medir el volumen y la densidad de la cáscara de un coco; después de ponerlos en común, elegimos el mejor y lo ponemos en práctica.

Las medias cáscaras de coco se pueden conseguir fácilmente en los supermercados de una conocida cadena de origen valenciano, y de paso nos comemos el helado que llevan dentro. Además, solamente se necesita una balanza digital de 0,1 g, probetas de 100 mL, vasos de precipitados y cristalizadores.

En el documento puedes encontrar los resultados del trabajo. Nos lo hemos pasado genial discutiendo la mejor forma de hacer las medidas (algunos "bautizando" a los cocos), y además los resultados han sido coherentes y sorprendentes. Hemos medido la densidad determinando el volumen por inmersión y aplicando el principio de Arquímedes, y los resultados han sido prácticamente iguales. Y nos hemos dado cuenta de que el volumen de la cáscara es del orden de un tercio del volumen del hueco que queda dentro de ella. ¡Palabrita que no lo parece!

Te animamos a plantear trabajos de este tipo, que acercan a los alumnos a la realidad de los procedimientos de la investigación, y que además acaban siendo extraordinariamente divertidos.