miércoles, 1 de noviembre de 2017

Sal ¿sin sal?

La comida sin sal es una necesidad para las personas hipertensas, ya que si se disminuye su consumo se consigue que la tensión arterial baje un poco, así que es casi obsesivo mirar en la composición de los alimentos la sal que llevan. La dosis máxima recomendada es de 6 g de sal diarios, aproximadamente 2,5 g de sodio, que es lo que realmente influye en la tensión. Y para las personas hipertensas, cuanta menos sal, mejor.

Por esta razón se han puesto en el mercado productos alimenticios con el nombre de sal sin sodio o similares. El caso es que se prestan a juegos de palabras para hacer chistes químicos como los que puedes ver en la imagen.








































































 Y lo mejor de todo es que yo, que soy hipertenso por herencia, medicado desde hace años (y no me gusta la comida salada), puse cara de desconocer ese producto cuando me llegó la imagen por guaspap. Pues bien, al llegar a casa y preparar una ensalada confundí el bote de especias y me encontré con uno de sal sin sodio de 2010. Y al día siguiente una de mis compañeras de departamento trajo el bote de Hacendado que tenía en su casa.

Así que hipertensos del mundo, ya sabéis que tenéis "sal sin sal" a vuestra disposición (en lugar de cloruro de sodio lleva cloruro de potasio y un potenciador del sabor, así que sabe salada, pero salada salada de verdad).

lunes, 30 de octubre de 2017

Química con LEGO

Una pieza de Lego es como un átomo y como cada pieza elemental de Lego es indivisible, lo que la hace similar a un átomo, es posible 'construir' química jugando (Heraldo de Aragón, 14-07-2017).

¿Cuánta química se puede aprender con un puñado de piezas del juego de construcción Lego en las manos? Mucha, según explica Claudi Mans, catedrático emérito de Ingeniería Química y gran divulgador en SciLogs. Y no solo porque si eres habilidoso puedes maquetar con ellas una bonita tabla periódica o una doble hélice de ADN. Lo más interesante es aprovechar que existe una analogía entre las piezas de Lego y las entidades químicas elementales. 

Concretamente, cada pieza elemental de Lego es análoga a un átomo: no se puede hacer más pequeña, es indivisible. Además, átomos diferentes vienen representados por piezas de Lego diferentes. De hecho, hay muchas más piezas de Lego distintas que tipos de átomos, que hoy son 118. A todo esto se le suma que la unión de dos piezas equivale a un enlace entre dos átomos. Y eso permite usar el juego de construcción básicamente para explicar un aspecto bastante abstracto de la reacción química, como es la estequiometría, es decir, el número de átomos y moléculas que participan de una reacción. Basta con construir con Lego las moléculas de una reacción química y probar luego a modificarlas recolocando las piezas (átomos) para formar nuevas moléculas, es decir, los productos de la reacción, sin que se pierda ningún átomo.

Eso sí, sin perder de vista las diferencias entre el mundo molecular y el juego. Por ejemplo, tiene que quedar claro que, aunque en el Lego se pueden unir todas las piezas entre ellas, no todos los átomos se pueden unir entre sí dando moléculas. Porque resulta que no todas las moléculas son posibles. Por otra parte, solo hay una forma de unir los átomos de las moléculas. Así, la molécula H2O se puede hacer con Lego uniendo cada H al O, o uniendo un H al O y uniéndolo también al otro H (H--O--H o H--H--O), pero solo la primera estructura es correcta.


Observa en la imagen que se mantiene el código de colores que se utiliza habitualmente en los modelos moleculares: blanco el H, negro el C y rojo el O, por lo que se representan las moléculas de CH4, O2, CO2 y H2O. Además, se modeliza la reacción de combustión del metano.

Mans recopila estas y otras limitaciones (¡hasta 12 conceptos erróneos!) que los profes debemos tener en cuenta para que el Lego se convierta en un divertido amigo con el que aprender ciencia.

El origen de los elementos químicos

Pues nada, otro hit más a la lista. Y éste se las trae! Aunque musicalmente no me dice mucho (vamos, que la música me parece un poco rollo), la letra y el tonillo no tienen desperdicio. ¡Y los ruiditos que hace el superglotón son sencillamente geniales! 


El vídeo se ha creado dentro del proyecto "Cuando los astros se animan" financiado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) – Ministerio de Economía y Competitividad.

Los autores dicen, entre otras cosas, que "nos hemos tomado unas pocas libertades en la producción de este vídeo, pero resultaba demasiado tentadora la posibilidad de explicar la generación de los elementos con partículas, pimientos y ovejas que cantan. También nos pareció fundamental introducir un personaje ficticio, Glotón, para que la argumentación tuviera sentido."