miércoles, 14 de junio de 2017

En stand by

El ahorro energético es fundamental hoy por hoy, y es algo que tenemos la obligación de transmitir en nuestro trabajo. Porque es innegable que el estado de stand by es innecesario, ya que no hay aparatos en funcionamiento, y solamente facilita conectarlos o desconectarlos de forma inmediata. Eso sí, necesitamos datos concretos que permitan justificar que tengamos que estar pendientes todo el día apagando aparatos y regletas de conexión. 

El vídeo que puedes ver aquí ha aparecido en el Heraldo de Aragón digital el 13 de junio. Destila buena intención por todos lados, pero ... aporta datos cuando menos discutibles.


Lo más llamativo: que el 10% de la factura eléctrica proviene de aparatos en stand by. Eso viene a ser consumir del orden de unos 20 kWh al mes, que es una cantidad nada despreciable. Suponiendo que en una casa  haya cinco aparatos en stand by durante 24 horas al día (TV, router, bluray, equipo de música, etc), cada uno debería tener una potencia de unos 5,5 W en stand by. 

Si hacemos caso al dato que aporta de que una televisión grande tiene una potencia de 10 W en stand by, la cosa está clara. Pero como soy un poco quisquilla, me he tomado la molestia de mirar el dato de mi TV, una LG de 43 pulgadas con todas las cuchuflitadas que llevan ahora (smart tv, wifi, UHD, etc). Y resulta que tiene 36 W en funcionamiento y 0,3 W en stand by. Vamos, nada que ver con lo que se dice en el vídeo.

En mi casa conecto por la mañana las dos regletas que tengo  y las apago por la noche. No me rompo la cabeza. Eso sí, he cambiado las bombillas y focos halógenos por lámparas led. ¡Y ahi el ahorro sí que es muy importante!

Resumiendo: hay que conocer el problema y aplicar el sentido común para buscar la mejor solución. Como siempre.

martes, 13 de junio de 2017

Un coco, dos cocos, tres cocos...

En este mundo audiovisual en que vivimos, con tecnología punta por todos lados y simuladores que representan la realidad casi mejor que la realidad misma, a veces nos liamos la manta a la cabeza y nos da por tirar de artesanía para trabajar conceptos y procedimientos utilizando los materiales y aparatos más tradicionales.

El caso es que hace unos años nos agenciamos unas cáscaras de coco porque nos venían muy bien para simular el hundimiento de los barcos al ir añadiendo dentro trozos de mármol o piedrecitas. Y mirándolas el otro día nos dijimos: vamos a hacer discurrir a los chicos de 4º, a ver si se les despierta la neurona, que ahora en primavera está más ocupada en otros menesteres. El objetivo fundamental es analizar las dificultades que supone llevar a la práctica métodos que parecen muy sencillos y fáciles de ejecutar, por lo que hay que decidir la técnica más eficaz para alcanzar el objetivo propuesto. 

Como ejemplo, hemos propuesto que diseñen métodos para medir el volumen y la densidad de la cáscara de un coco; después de ponerlos en común, elegimos el mejor y lo ponemos en práctica.

Las medias cáscaras de coco se pueden conseguir fácilmente en los supermercados de una conocida cadena de origen valenciano, y de paso nos comemos el helado que llevan dentro. Además, solamente se necesita una balanza digital de 0,1 g, probetas de 100 mL, vasos de precipitados y cristalizadores.

En el documento puedes encontrar los resultados del trabajo. Nos lo hemos pasado genial discutiendo la mejor forma de hacer las medidas (algunos "bautizando" a los cocos), y además los resultados han sido coherentes y sorprendentes. Hemos medido la densidad determinando el volumen por inmersión y aplicando el principio de Arquímedes, y los resultados han sido prácticamente iguales. Y nos hemos dado cuenta de que el volumen de la cáscara es del orden de un tercio del volumen del hueco que queda dentro de ella. ¡Palabrita que no lo parece!

Te animamos a plantear trabajos de este tipo, que acercan a los alumnos a la realidad de los procedimientos de la investigación, y que además acaban siendo extraordinariamente divertidos.