viernes, 20 de septiembre de 2019

El marciano

Hay que ir con la verdad por delante: cuando se estrenó la película "El marciano" en 2017, no la ví. Hace unos meses la pasaron en televisión y le dí un vistazo zapeando sin prestarle mayor atención. Pero cuando hace poco mi hijo me regaló el Kindle,  me recomendó que leyese la novela del mismo título, que es la primera de Andy Weir, publicada en 2014. Ridley Scott  dirigió en 2015 la película basada en esa novela (sí, ese, el de Alien, Blade Runner, Gladiator, ...). Director y protagonista, Matt Damon, de lo bueno lo mejor.

Y qué voy a decir de la novela: muy bien escrita, superdivertida y con contenido científico por todos lados, para ajustar la situación lo más posible a la realidad física del astronauta que sobrevive en Marte. Te aseguro que no me lo pasaba tan bien con una novela desde hace muchos años: el relato que hace de su odisea de supervivencia es sencillamente genial. Me la he leído en dos sentadas (mejor dicho, en dos tumbadas); la explicación de todo lo que hace para sobrevivir tiene su justificación física, y la va dando como si fuera la resolución de un rompecabezas en el que hay que encajar todas las piezas (las eliminación del dióxido de carbono, la síntesis de agua, el cultivo de patatas, ...). Para conseguirlo tiene que hacer cuentas energéticas muy sencillas, pero abundantes, y aplicar principios fundamentales de la Física (el retardo en las conversaciones por la distancia de uno 15 minutos-luz hasta Marte, la generación de gravedad artificial al rotar la nave espacial, etc).

Eso sí, no sé quién ha sido el culpable del monumental error de siempre; vamos a ser bienpensados, y echémosle la culpa al traductor. Porque en la novela la potencia y la energía se miden toooooooooodo el tiempo en kW/hora (o kCal/h), unidades que no significan NADA DE NADA (la potencia se mide en kW y la energía en kW.h).

Ahí van fotos de dos páginas para que te lo creas.



Y como la tecnología todo lo puede, me he descargado la peli y la he visto en pantalla de 43 pulgadas. Está muy entretenida y con una fotografía estupenda, pero me quedo con el libro; debe ser que soy muy antiguo, porque cuando leo me meto en el lío y tengo que darle a la imaginación para "ver" lo que está pasando: casi soy yo el tipo ese que está ahí en Marte pasándolas canutas y estrujándose el cerebro a base de bien. La verdad es que así me lo paso mucho mejor: el cine está muy bien, pero es difícil que supere a un buen libro.

martes, 17 de septiembre de 2019

Juego de dragones

¡Es sencillamente alucinante que hasta un dragón de tres cabezas dé juego para enseñar Química! No hay mas que ver la imagen: las dos cabezas de la izquierda tienen cara de malas malísimas (el cloro y el sodio son muy reactivos y peligrosos), mientras que la de la derecha es la juerga (ya se sabe, la sal alegra las ensaladas y la comida sin sal es sosísima).