
Pero, además de eso, a veces te encuentras con sorpresas. Es el caso de la bodega Mayo García de Vilafamés (Castellón). Es una bodega pequeña, tanto por el espacio físico como por la producción de unas 30000 botellas al año, familiar, con una casa rural para ganarse la vida.
Hasta ahí, lo normal. Pero cuando el guía, que es el socio que se encarga de las relaciones públicas, va y dice, alabando las cualidades de su socio (el que trabaja la vid), que es el "pHmetro humano" y que es capaz de diferenciar el pH del vino con un error menor de 0,05, a mí se me cruzaron los cables. Menos mal que estaba mi mujer para echarme el freno y, para estar a tono con el ambiente, ponerme un corcho para que me quedase calladito.

Después hablé con el pHmetro humano, y me confirmó varias cosas: que tiene un paladar excelente, porque efectivamente reconoce valores del pH, y que no tenía ni idea de qué era el pH. Cuando le dije que 0,05 unidades de pH sobre 3,4, que es el valor adecuado para sus vinos, supone una variación de acidez en términos de concentración de aproximadamente un 10%, casi se cae del susto, porque como pensaba que era muy sensible a la acidez, errores de esa magnitud le parecieron una barbaridad.
En fin, el vino es diferente y estupendo, que es lo importante. Yo seguiré a ver cómo evoluciona su historia mediante la información que vayan colocando en su web.