En el Heraldo Digital del 5 de mayo aparece una noticia sobre la quimicofobia, la obsesión cada vez mayor por una alimentación sana. Y el problema está en que parece que la responsable de todo lo malo sea la Química.
Según Antonio Villarino, Catedrático de Bioquímica y presidente de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación, la químicofobia no es más que un derivado de la ortorexia, un término acuñado en los años 90, que hace referencia a la obsesión por la alimentación saludable
La obsesión por una alimentación sana puede irse de las manos. Tanto es así que, si antes algunas dietas desterraban ciertos alimentos, considerados prohibidos, ahora los principales enemigos son los aditivos o conservantes de algunos alimentos, muchas veces imperceptibles y secretos.
Cada vez es más habitual que el márquetin de la industria alimentaria fije como eslóganes el "sin conservantes ni colorantes" o la frase que aparece en muchos envases: "100 % natural". Pero, ¿de verdad es posible encontrar hoy productos sin algún componente artificial?
Los antioxidantes no solo vienen de serie en muchas frutas y verduras y ayudan a nuestro organismo; existen otros de tipo aditivo que están presentes en cereales y diferentes clases de panificaciones.
Los aditivos que buscan alargar la vida de los alimentos también son objeto de crítica. Sin embargo, son imprescindibles para nuestra sociedad actual, en la que necesitamos que la comida aguante el mayor tiempo posible. Este tipo de compuesto químico evita la aparición de moho o de microorganismos que "devoran" los alimentos. Productos en salazón, quesos curados y carnes los llevan.
A estos dos compuestos habría que añadir emulsionantes como la lecitina, que permite que la comida no se pegue a los diferentes recipientes, así como productos espesantes que actúan del mismo modo que se usa la harina en salsas o estofados y que dan cuerpo.
Ahora en los supermercados se han popularizado los lineales de productos ecológicos y no todo el mundo se lo puede permitir. En lo que respecta al consumo de productos con conservantes y aditivos, Antonio Villarino lo tiene claro: "La alimentación ahora es más segura gracias a estos compuestos. Los productos que no los llevan son más caros porque se deben consumir en un periodo de tiempo más corto. No es que sea malo consumir productos sin conservantes, pero no hay economía que lo pueda soportar".
El experto plantea otro problema que esta surgiendo en esta sociedad "tan sana" y es la sobreabundancia de los denominados "alimentos funcionales": son aquellos que afirman contener más nutrientes, como el calcio o el omega 3, y que no dejan de añadir sustancias artificiales al producto original. Todo un sinsentido en un mundo que huye de lo "artificial" en busca de lo 100% natural.