martes, 20 de febrero de 2018

¡Manda huevos!

La frase la hizo famosa hace unos años el señor Trillo, entonces presidente del Congreso de los Diputados, pero la verdad es que este tema de los huevos da mucho juego en castellano (casi sin querer, ya he utilizado la terminología de forma "adecuada"). 

Pero ahora se trata de saber si un huevo es fresco o no, de cuántos días han transcurrido desde su puesta; es decir, de la edad de los huevos (¡otra vez!).

La imagen visualiza eso que forma parte de la sabiduría popular: que un huevo fresco se hunde en agua, mientras que uno "pasado" flota.


La cuestión es encontrar la razón. Por un lado, es conocido que los huevos se descomponen con el paso del tiempo, produciéndose un gas maloliente. Por otro, la flotación viene regulada por el principio de Arquímedes: si el huevo se hunde, es que su densidad es mayor que la del agua, y si flota, entonces es menor.

¿Por qué disminuye la densidad del huevo, si su volumen no varía ya que la cáscara es rígida? La única posibilidad es que pierda masa, y eso solamente lo puede hacer si la cáscara tiene un cierto grado de permeabilidad al gas, que al escapar hace disminuir la masa total del huevo y, en consecuencia, su densidad.

Este razonamiento se puede justificar fácilmente: el gas debe salir, ya que se nota el olor del huevo "pasado".

Y dejo otra pregunta en el alero, ya que cuando los huevos flotan parece que lo hacen de una forma característica (¡fíjate en las imágenes!). ¿A alguien se le ocurre una explicación?